lunes, 23 de septiembre de 2013

Crema de calabaza con parmesano rallado


Me encanta la época de las calabazas. Aparte de gustarme su sabor, la calabaza me gusta por la variedad de platos que se pueden preparar con ella: cremas, acompañamiento, primeros platos, postres…
Cuando vivíamos en Barcelona, hubo una época en la que compraba la fruta y la verdura en una pequeña tienda ecológica que llevaban dos hermanos. Hacías el pedido los lunes, y el viernes te traían lo que habías encargado. Recuerdo sobre todo las calabazas, las patatas, los albaricoques y las ciruelas. Sabían a lo que tenían que saber. La tienda duró poco. Una lástima. Pero conservo una foto de cada una de las calabazas que compré. Preciosas y riquísimas.
Hace un par de semanas, más o menos, empecé a verlas en los supermercados suizos. Pero yo me reservaba para el “Kürbismarkt”, el mercado de calabazas que el 14 de septiembre se iba a celebrar en una plaza de Basel. Tenía la fecha apuntada en mi agenda desde junio, así que no podía faltar.
Y no quedé defraudada. Había calabazas de todos los tamaños, tipos y colores. Algunas eran bastante parecidas a las que se suelen ver en España, pero otras eran rarísimas.
Me paré en un puesto, decidida a llevarme alguna. Vendían tres variedades, cada una especial para un tipo de plato. Yo la quería para hacer cremas, así que el matrimonio que las vendía (y que eran los que las habían cultivado) me recomendaron dos tipos, y me llevé una de cada. Dependiendo de la variedad duran de 3 a 8 meses. Pero en mi casa no van a durar tanto.


La mujer me explicó que una de ellas no hacía falta pelarla. Es la que en la foto aparece partida. Yo no las tenía todas conmigo. ¿Una calabaza que no se pela?  Aunque la verdad es que cuando tocabas la piel, era muy fina, casi como la del calabacín. Al final decidí no pelarla para hacer la crema, y no me he arrepentido del resultado. 


Para 3 raciones se necesita:
700 g de calabaza, 1 puerro grande, 3 patatas pequeñas, 700 ml de agua, sal, aceite de oliva virgen extra (AOVE), pimienta blanca y queso parmesano.
Cómo prepararlo:
Es recomendable tener la calabaza pelada y partida en dados no demasiado grandes cuando comencemos, pues lleva su tiempo. Y cuidado con el cuchillo, que la piel suele estar bastante dura.
Cubrir el fondo de una olla con AOVE. Mientras se calienta, lavar el puerro y partir la parte blanca en rodajas de 1 cm, más o menos.  Cuando el aceite esté caliente, echar el puerro y rehogarlo hasta que esté transparente. Incorporar entonces la calabaza troceada, y la patata también pelada y troceada. Es importante que todo tenga el mismo tamaño para que se cueza por igual. Rehogar un par de minutos, moviendo con una cuchara de madera.
Cubrir con agua. Poner a fuego fuerte hasta que empiece a hervir, y entonces bajar el fuego a un punto medio. Cuando lleve 10 minutos de cocción, echar sal y pimienta blanca. Dejar cocer un par de minutos más. Para saber si ya está cocido, coger un trozo de patata o calabaza con la cuchara de madera y partirlo con un cuchillo. Si el cuchillo se desliza de forma suave, es que está listo.


Triturar, echando más o menos caldo, según la textura que os guste. A nosotros no nos gusta muy espesa, así que le echamos bastante caldo.
Espolvorear queso parmesano recién rallado por encima. En casa, la peque y el papi también le ponen “barquitos” o picatostes.

¿Y a vosotros, os gusta la crema de calabaza?

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